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13 octubre 2003 Una polémica ayuda a redefinir el ecosistema de los cibermedios Estos días bajan muy revueltas las aguas de los medios hispanos en Internet. Los foros sobre ciberperiodismo están al rojo vivo con discusiones sobre si éste o aquél se alinea con los de enfrente, y con acusaciones sobradas no pocas veces de sectarismo. Esas disputas, en el fondo menores y de escaso calado, han servido sin embargo para poner de relieve una cada vez más evidente redefinición del mapa de los cibermedios en España. La espoleta que ha ayudado a evidenciar esta reconfiguración ha sido, una vez más, la polémica desatada por el últimatum de El País y El Mundo a Periodistadigital.com ante sus prácticas de pirateo sistemático de contenidos. A raíz de esa denuncia, varias publicaciones exclusivamente editadas en Internet decidieron organizarse e incluso unieron sus fuerzas para sacar a la luz un manifiesto: sus conocidas Diez propuestas urgentes para asegurar las libertades civiles en la Sociedad de la Información. Con el propósito de dar a conocer esas propuestas, esos mismos medios convocaron con urgencia sendos coloquios con estudiantes de Periodismo en Barcelona (9 de octubre) y Madrid (hoy, 13 de octubre). Al hilo de esas citas y de las informaciones derivadas de ellas, ha surgido una súbita catarata de opiniones canalizadas a través de diversos foros, como por ejemplo la lista de correo del Grup de Periodistes Digitals. Otras listas, como la de Periodistas IP, así como algunos weblogs -Caspa.tv, Escolar.net y Perogrullo, entre otros- han seguido también de cerca este debate. Un debate que ha llegado a convertirse en ocasiones en agria discusión a raíz de desafortunadas alusiones personales publicadas en El Semanal Digital, uno de los medios que suscriben el manifiesto. Pero toda esta polémica, a mi modo de ver, resulta en realidad bastante superficial. Son árboles que no nos deben impedir ver el bosque. Quizá lo más interesante de todo este debate sea la evidencia de que se está configurando un nuevo ecosistema de los cibermedios en nuestro país. Hasta ahora, ese periodismo, sean cuales fueren sus rasgos, sólo recibía un único apellido: 'digital'. Sin embargo, cada vez parece más evidente que brotan diversos 'periodismos digitales', que podríamos encuadrar, por resumir, en las siguientes categorías: 1. Medios tradicionales (radios, televisiones y, sobre todo, diarios) que cuentan, además, con una edición en la web. En esta categoría se incluyen los medios económicamente más poderosos y los que atraen mayores audiencias. Sus contenidos se basan en gran medida, aunque no exclusivamente, en la información previamente elaborada para sus ediciones 'analógicas'. Son los que más han apostado por el modelo de cobro por contenidos y, por tanto, los más preocupados por el pirateo informativo en la web. 2. Medios que, a pesar de contar con presencia exclusiva en la web, adoptan el modelo de los medios impresos. Esa imitación del modelo de los diarios se refleja en múltiples detalles: en el formato, en el modelo de financiación, en los géneros informativos y hasta en la estructura interna de sus redacciones. Su audiencia es sensiblemente inferior a los de la primera categoría, a pesar de lo cual reclaman un trato análogo a aquellos, sobre todo en lo que se refiere a reconocimiento profesional y acceso a la publicidad institucional. En esta categoría se encuentran, por supuesto, los confidenciales. 3. Weblogs y cibercomunidades. Muchas bitácoras -no todas- se han configurado como "diarios personales" en los cuales sus autores -personas individuales o colectivos- publican, con periodicidad no sistemática, contenidos informativos, interpretativos y argumentativos. De igual modo, apoyadas en la transparente tecnología de los weblogs y los foros, se han creado cibercomunidades cuya esencia no es otra que la comunicación de información. Hasta este momento, el punto fuerte de estas plataformas respecto de los dos modelos anteriores es su mejor aprovechamiento de las potencialidades hipertextuales e interactivas de la red. No así de las multimediáticas que, por su coste y complejidad actuales, están en manos casi exclusivamente de los medios de la primera categoría. Por lo que se refiere a su repercusión social, está muy lejos de la que generan los otros dos modelos descritos, aunque su impacto en las personas involucradas resulta cualitativamente muy superior al de aquellos.
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