Ramon Salaverria - 05 septiembre 2005 - 9:44 a. m. - [+]
::: 9 comentarios :::
____________________ Anónimo comentó:
Es cierto, Ramón. Son columnas de opinión con post de comentarios, que queda más interactivo. Pero no son bitácoras. Lo que deberían hacer es precisamente eso, dejar que debajo de las columnas aparezcan los histórico y comentarios, sin llamarlo blog, sino comentarios.
Claro, que prefiero eso a la bitácaro de Manolete. Aunque tiene una amalagama de visitas, las cosas como son.
Creo que hay que diferenciar conceptos. Uno parte de la posición de la herramienta (en este caso de fácil publicación, los blogs) y otro tiene que ver con la utilización que se le de. Un blog puede ser también utilizado para muestras de fotos o para reportajes infográficos, informativos, hasta para hacer un página institucional. que se haya masificado la columna de opinión entre los blog es sólo porque es fácil, rápido y no hay que tener conocimientos avanzados para crearla, por lo tanto cada uno puede decir lo que se antoje, pero no quiere decir que sólo sirva para eso. Creo que cambiar el nombre genérco no es apropiado, al menos por columna, bitacora tiene un sentido más amplio.
Coincido con vosotros en que los medios están equivocando el camino. La solución no pasa por cambiar el nombre --y sólo el nombre-- a las columnas de toda la vida por el término blog que, según parece, a los editores les suena más moderno y juvenil.
El problema de las secciones de opinión --y, sobre todo, de muchos de sus articulistas-- es que siguen sin entender las reglas del juego en el ciberespacio. Aplican la lógica del periódico impreso al nuevo entorno interactivo de internet. Y así es lógico que se les vea el plumero. Al fin y al cabo, su planteamiento retórico continúa siendo básicamente unidireccional: yo escribo y vosotros me leéis. Y punto.
Bueno, si acaso, ahora abro una sección de comentarios y dejo que habléis de lo que yo he dicho. Pero nada más. ¡Ah! Y mucho ojo con criticar mis palabras, mi persona o mi medio, porque en ese caso vuestro mensaje correrá serio peligro de ser retirado. Esto, en mi opinión, supone un simulacro de interactividad. Y los lectores lo perciben, claro.
Más allá de los aspectos técnicos que ha mencionado Felipe Aguilera, creo que una de las peculiaridades de los weblogs es su apuesta inequívoca y franca por el diálogo con los lectores. Sin esa apuesta, ya los llamen blogs, weblogs, bitácoras o lo que sea, estos artículos seguirán siendo las tribunas de siempre desde donde unos pocos hablan mientras esperan el aplauso o al menos asentimiento de quienes les leen.
Pero señores editores de medios: internet no funciona así. Conviene que se vayan enterando.
Tienes razón Ramón, si te fijas el último enlace que pones a una columna de Esparza, cuando propusimos incluirlo en la web de laguiatv.com, le añadimos un formulario para que los lectores puedan comentar, pero sigue siendo lo mismo: una columna de opinión con un formulario de comentarios. Ej: http://www.laguiatv.com/actualidad/opinion/109/csi-ny
En mi caso comencé el blog (eljunco.blogspot.com) porque me interesaba opinar sobre asuntos de la actualidad política, sin esperar que tuviera muchos lectores, sino más bien para experimentar el canal, ya que soy uno de tantos periodistas desconoicidos que trabajan dia a dia en los medios tradicionales. Se parece a una columna en el contenido, aunque procuro mantener un diálogo con quien comenta porque la participación y el diálogo con el lector es uno de los caminos más interesantes abiertos tras la irrupción de internet y por donde creo debe circular también el periodismo puro y duro en cuanto que relato de hechos y cauce de opiniones.
Creo que la diferencia fundamental entre los ejemplos citados está en que en los blogs se permite la participación directa del lector a diferencia de lo que ocurre en la columna de opinión que se exporta del papel a la edición digital. En cuanto al contenido, psss!!! lo mismo de siempre, con la diferencia de que ahora el columnista no escribe gratuitamente pensando que siempre lleva la razón, ya que existe un canal bidireccional por el que sus lectores pueden alabar o cuestionar sus ideas, e incluso, mediante la interacción recíproca, llegar a cambiar su opinión.