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20 noviembre 2008
El eterno fin de la prensa

Los profetas que anuncian la muerte inminente de la prensa no han aparecido con internet. En toda época ha habido algún Jeff Jarvis o Jay Rosen. Incluso en el mundo hispano.

Lo que sigue fue escrito en 1911 (créaselo, ¡hace 97 años!), y me lo encontré hace algún tiempo hojeando un libro muy difícil de hallar. Prepárese para sorprenderse:
La prensa del porvenir no necesita telegramas, ni telefonemas, ni cartas, ni corresponsales. El siglo XIX fue el siglo del telégrafo y el teléfono. El XX es el siglo del Fotocinematotelefonógrafo.

¿Y eso qué es? Pues nada, la última maravilla, la cumbre de los descubrimientos, de la electricidad, el 'non plus' de la telegrafía, de la telefonía, de la fotografía, de la cinematografía, de la chismofonía. ¡El invento del siglo, en fin!

No es obra de Edison, sino del mismísimo Lucifer. El primero de los resultados del fotocinematotelefonógrafo es la muerte violenta de la Prensa periódica. Se acabaron esas hojas diarias, encargadas un día de la difusión del progreso; se acabaron las informaciones, los artículos, los telegramas, los telefonemas; se acabaron las letras de molde. La Prensa ha muerto. ¡Viva la Prensa!

(...)

La revolución está en marcha. ¡La ha traído el fotocinematotelefonógrafo!

La instalación del nuevo invento en España tendrá su sede central en Madrid, e irradiaciones en todas las ciudades, en todas las villas, en todas las aldeas de la nación. El abono a este servicio costará una miseria: el abonado, en vez de oír desde su casa de Madrid una ópera que estuvieran cantando en el Teatro Real, oirá y verá desde el último confín de la nación, y aun desde más allá de las fronteras y allende los mares, un periódico entero, un periódico hablado, un periódico "vivido".

El fotocinematotelefonógrafo, con solo oprimir un resorte, ofrecerá a la vista y al oído del abonado la sección que prefiera del periódico.

"La prensa del porvenir", M. Martín Fernández (pp. 131-137). En: Martínez Sierra, G. y Catarineu, R.J. (eds.) (1911), El libro de la prensa. Madrid: Biblioteca Renacimiento.

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::: 1 comentarios :::
Ramón, es impresionante. Y divertísimo el Fotocinematotelefonógrafo. Me imagino un cacharrazo metálico y mecánico terriblemente grande y aparatoso, incluso con un manubrio (uno de mis palabros preferidos de las clases de Periodismo especializado) enorme.

Pero de todas formas todo esto que narra el amigo en 1911 suena muy familiar a las posibilidades de internet (¿acaso no es internet un fotocinematotelefonógrafo? ¿un diario vivido?). ¡Menudo hallazgo, Ramón!

El autor de este texto era un poco "juliovernesco".
 

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