Primero, en los años 1990, se volcaron los contenidos tal cual del papel a la web. Aquello fue bautizado como shovelware.
Luego, a principios de 2000, se volcaron las noticias de última hora de las agencias a la web. Y a eso, algunos dimos en llamarlo shovelware "de segunda generación".
Hoy se vuelcan toneladas de enlaces a noticias en los microblogs. Y hay quien acaba de bautizar a esta práctica en auge como "the new shovelware". No le falta razón.
Me pregunto: ¿cuántas generaciones de shovelware tendrán que sucederse hasta que los medios digitales, en vez de regurgitar información de segunda mano, abandonen este periodismo de palimpsesto y se dediquen por fin a producir y difundir verdadera información propia?
Probablemente, Ramón, eso que esperas no sucederá hasta que los que dirigen las empresas de comunicación se liberen de la idea de gasto y abracen la de inversión y, además, se sometan a un exorcismo para sacudirse de encima el demonio de la tecnología, ese fetiche...
Claro que tal y como está el patio, la cosa va para largo vista, por ejemplo, la creciente precarización de las 'sagradas' redacciones de papel -qué decir de la radio o la tv- y la escandalosa degradación de las condiciones laborales de esos que, supuestamente, elaboran lo que las empresas venden y las audiencias consumen.
Y digo al parecer supuestamente porque hoy es el día en que nuestras empresas de comunicación transmiten la sensación de que esos contenidos -con los que se les llena la boca; mi ventaja competitiva, lo que nos diferencia, dicen- caen del cielo...
La miopía de la casta dirigente de los medios de comunicación tiene tantas, y tantos, caras que lo del periodismo de palimpesto es una anécdota más con rango de categoría.
A ver qué sale, sin ir más lejos, de la encuesta sobre la situación laboral de los periodistas que trabajamos en Navarra.